sábado, 9 de junio de 2012

Gibralfaro

Me lavo una otra vez la piel frotando con mi esponja fuertemente, y no consigo sentirme bien.
Tengo ganas de vomitar y quiero borrar toda la noche de ayer de golpe de mi mente.
Este es el único sitio donde quedará registrado esto. Yo solo quería divertirme, pero ¿dónde está el límite?
Porque hay un límite. Había bebido, había hablado, había besado. Me dijo que me llevaría a casa en su coche y yo me monté con él. Pero él no sabía bien donde vivía yo... Y de repente estábamos en Gibralfaro. El coche parado, el besándome y yo fuera de mí. Si sus manos se despistaban buscando algo más, yo las apartaba, pero él insistía. Me dijo que atrás estaríamos más cómodos. Yo no quería, pero me quitó la ropa a tirones. Sus besos no eran besos, eran golpes. Yo decía que no, pero él decía que sí... Y no podía hacer nada. Estaba con un hombre que era tres veces yo, en su coche, y nadie sabía que yo estaba allí con él. Podría haber sido incluso peor, podría haberme hecho mucho daño si hubiese querido... hubiese podido haberme abandonado allí arriba... tantas cosas... Y sentí miedo e impotencia. Luego me vestí, el salió para mear. Me sentí como una prostituta barata. Me llevó a mi casa, bajé del coche y me senté en un banco con la mirada perdida, no sé por cuanto tiempo... Ahora solo quiero olvidar... Estar tranquila. Ser feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario