viernes, 6 de abril de 2012

Trascendentalismos inesperados a media noche: El paso del tiempo.

Los días pasan, mi corazón late, mi pelo y mis uñas crecen, mi piel envejece... El paso del tiempo es impío e indiferente.
Mi rodilla sigue mal, parece que la inflamación llegada a un punto no remite y el dolor que siento de forma localizada junto con el impedimento de andar es constante. Cada día que pasa me pongo más histérica. Al principio es divertido que te lleven de aquí para allá en silla de ruedas, hacer chistes, reirte de ti misma.
Ya son dos semanas y no tengo ni idea de cuanto me queda, pero sé que demasiado tiempo por delante en este estado que me hace ser una semidependiente...
Me preocupa no curarme, me frustra bañarme sentada en una silla y en cierto modo que estén tan atentos a mí, aunque también lo agradezco.

Ayer, mi amiga Patri me habló como a una desconocida... Nunca pude imaginarlo. Me sentí ridícula y dolida profundamente.
Sí, el tiempo pasa... Y el deterioro de muchas cosas es mayor de lo que yo pensaba. El problema es que yo siempre antepuse mis sentimientos a todo lo demás. No me importó el paso del tiempo, creí que podría pasar por alto todo, que podía irme a una crepería por la tarde despreocupadamente con mis viejas amigas, las de toda la vida, las que hice en aquel grupo de teatro llamado Imago, las que venían a mis cumpleaños de adolescentes y con las que compartía mis anécdotas y preocupaciones... Que ingenua.
Ahora no queda nada de eso... y aunque no le di tanta importancia, ninguna de esas amigas estaba en mi 18 cumpleaños... Solo queda una foto que veo cada mañana al despertarme y el recuerdo.
Es evidente que las cosas no pueden ser como antes, pero si quisiésemos, al menos, podrían ser.

Sergio, aunque sospecho que ni siquiera lo sabe me ha hecho sonreír en estos últimos días en los que se ha acentuado mi nostalgia. El proyecto de caracterización que me encargó me ha mantenido ocupada e ilusionada. Y ciertamente ha sido un maravilloso pretexto para conocernos mejor. Podíamos contar con los dedos de las manos las veces que nos habíamos visto en estos dos últimos años, pero estos días han sido los más intensos e importantes de toda nuestra relación. Nuestras personalidades se asemejan más de lo que podía haber imaginado.

 Algunas personas adoptamos una actitud anti-trascendentalista en nuestra vida cotidiana, en cada conversación que tenemos en las que decidimos abordar temas que consideramos vanales y decimos y hacemos tonterías constantenmente... Mi estúpida costumbre de autoanalizar mi comportamiento y mi forma de ser me indica que podría ser una manera de intentar alegrar la vida de las personas que nos rodean para hacerlas sonreír, mezclada con una especie de miedo a expresar los sentimientos de forma abierta, de aceptar y compartir el gran contenido trascendental de nuestra persona... Puede que esté causado por un daño emocional excesivo que nos vuelve más desconfiados, por la decepción reiterada en anteriores experiencias, ante la incomprensión de los demás, etc. No estoy segura... el caso es que necesitaba a alguien así, necesitaba profundamente que me dijeran tonterías como las que yo no paro de decir, tonterías que provocan la risa a carcajadas y que luego sentados en un banco de la calle hablásemos transcendentalismos inesperados a media noche en la burbuja de humo de un cigarrillo que se consumía entre palabra y palabra.
Necesitaba beber cerveza, pintar, hablar de arte, escuchar música francesa y saber que no soy la única en mi especie... Por todo eso y mucho más considero que soy yo la que tiene que darte las gracias.

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