viernes, 25 de mayo de 2012

El reencuentro

Te miré, me miraste. Me hiciste sonreír de nuevo como antes.
Estaba tensa y tú me hiciste el favor de hablar por los dos.
Yo miraba a todas partes y tú me mirabas mientras contabas anécdotas de tu vida sin mí. Quisiste abrazarme, yo dije que no.
Insististe y no pude evitarlo. Quería mantener la compostura, quería que no fuese lo que era.
Después de tanto tiempo, han cambiado muchas cosas... casi todo. Nosotros hemos cambiado. Lo que no ha cambiado es la paz que se respira entre tus brazos. Ojalá me hubiese muerto allí mismo. Con los ojos cerrados y la respiración tranquila. Escuchando el eco de los tambores que te mantienen vivo: los latidos de tu corazón.

Sí, a la mierda la compostura. Ojalá me hubiese muerto allí mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario