Sí... me sentía querida. Cuidada.
Sentía el calor y el afecto y en las fotos se nos veía tan bien, ¿verdad?...
Pero a mi vida le faltaba pasión, sexo, desenfreno... Le faltaba deseo.
No, no me sentía realmente deseada. Y quizás el problema estaba en mí...
Pero cada noche tenía más sueños extraños y cada día, el fuego que ardía dentro de mí, crecía más y más.
El deseo, cuando no es consumado, se inflama tremendamente.
En otros términos, necesitaba profundamente que me desease, que no me lo dijese, que lo hiciese. Que me pusiese contra una pared y me amase, como se ama de verdad.
La ninfomanía es una enfermedad sin cura a la vista, que por lo visto padezco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario